Cuidar un colchón no tiene por qué ser complicado. Con unos hábitos sencillos podrás mantenerlo firme, higiénico y cómodo durante años. Aquí tienes una guía clara y sin tecnicismos para conservarlo como nuevo.
Por qué cambian con el uso
Con el tiempo, todos los colchones se adaptan a nuestro cuerpo. No es un “defecto”: son las capas superiores acomodándose a la presión diaria, sobre todo en caderas y hombros. El objetivo del mantenimiento es repartir esa presión y evitar que se formen “valles” permanentes.
Rotar sí, voltear… depende
El gesto estrella es rotar el colchón de cabeza a pies.
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Durante los primeros meses, hazlo una vez al mes para que el material se asiente de forma uniforme.
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Después, basta con cada cambio de estación.
Solo debes darle la vuelta (cara A / cara B) si es doble cara. Si tiene “pillow-top” o está pensado para usarse por un solo lado, no lo voltees: simplemente rota 180°.
Temperatura y accesorios
La visco reacciona al calor: demasiada calefacción o una manta eléctrica muy alta pueden ablandarla más de la cuenta. Si usas manta eléctrica, mejor a baja potencia y apágala al dormir. Un cubrecolchón de fibra puede ayudar a regular el calor en verano y repartir mejor la presión.
Transporte, mudanzas y “unboxings”
Usa las asas solo para recolocar, no para cargar el peso. Para guardarlo, siempre en horizontal. Si llega enrollado, ábrelo en cuanto puedas y déjalo respirar 24–48 h antes de usarlo a pleno rendimiento.
Lo que acorta su vida
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Sentarse siempre en el mismo borde.
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Saltar sobre la cama (aunque nos encanta hacerlo).
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Colocar el colchón sobre base hundida o con lumas rotas.
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No usar protector “porque da calor”.
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No rotar “porque pesa”.
Si notas un hundimiento que no mejora al rotarlo, te levantas dolorido y desaparece al dormir en otra cama, hay ruidos metálicos o un olor a humedad persistente, es hora de pensar en un reemplazo.